Nos hemos movilizado en un lugar significativo en la historia de nuestro pueblo.

El rey español Felipe II mandó construir la Ciudadela de Pamplona en el siglo XVI. Tenía una planta con forma de estrella de cinco puntas. Cada punta posibilitaba el control de los ataques que podían venir de cualquier dirección. El objetivo de la construcción militar era castigar a la ciudad, controlar a la población y mitigar su apoyo hacia Juan de Albret.

La política de dispersión puesta en marcha en mil novecientos ochenta y ocho tenía como objetivo castigar a los presos y a las presas, establecer un control sobre ellas y ellos y mitigar su apego hacia Euskal Herria. Han muerto treinta y cinco presos en la cárcel; el último, Igor González. Y, encerrándolos en fortalezas lejanas, impusieron un castigo añadido también a sus familiares: miles de kilómetros en las carreteras, cansancio físico y mental, gran coste económico y muerte. Hasta la fecha, Natividad Junco es el último nombre de una larga lista de dieciséis personas.

Utilizaron la ley para negar derechos; se valieron de la interpretación más cruel de la ley para poner en marcha y aplicar una política penitenciaria inhumana.

Poco a poco, la situación en las cárceles está cambiando. Hemos necesitado para ello más de tres décadas. Esta nueva situación es el fruto del esfuerzo de muchas personas: ciudadanas y ciudadanos, partidos políticos, sindicatos, innumerables agentes sociales e instituciones de Euskal Herria, así como, evidentemente, el Colectivo de Presas y Presos Políticos Vascos y muchas víctimas.

Aun así, es evidente que todavía no hemos conseguido dar una solución integral a la situación de presas y presos. Queremos dejar atrás los tiempos en los que la ley se utilizaba como instrumento de vulneración de derechos. Dejar atrás, porque queremos avanzar, pero avanzar ¿hasta dónde? Hasta que las presas y los presos estén en casa.

Tenemos que recorrer entre todas y todos, el proceso de vuelta a casa de presas y presos. Somos conscientes de la dificultad de nuestro empeño, pero tenemos la determinación para dar un paso más. El definitivo: comenzar a traerlos a casa. Ahora es el momento de ETXERAKO BIDEAN.

En Nafarroa queremos abordar con fuerza esta segunda fase y queremos hacerlo con una iniciativa significativa. Una marcha que recorrerá a pie (350km), día y noche, sin descanso, pasando por pueblos y barrios donde hay presos y presas vascas. Comenzará el 29 de septiembre en Lesaka y finalizará el 2 de octubre en Pamplona. El reto lo queremos llevar pueblo a pueblo, barrio a barrio y, por tanto, le queremos dar eco desde hoy. Así pues, invitamos a partidos, sindicatos, agentes y ciudadanía en general a participar y aportar en dicha iniciativa. ¡Recorramos juntos el camino a casa de presos, exiliados y deportados!