Marilo Gorostiaga, Jon Kirru Iparragirre

La política penitenciaria que se aplica a las personas presas vulnera un sin fin de derechos humanos pero, sin duda, la vulneración del derecho a la salud es una cuestión de extrema gravedad. A pesar de las numerosas denuncias realizadas por parte de diferentes personas que trabajan en el ámbito de los DDHH, la judicatura y la sociedad en general, Madrid y París mantienen a los presos enfermos en prisión y alejados de su entorno social y afectivo.

Es algo mucho más serio que un cálculo político, son vidas humanas que se van apagando en las celdas de las lejanas cárceles españolas y francesas, al amparo de una legislación de excepción que se les aplica.

Legislación de excepción, chantaje,… así definimos la política penitenciaria en vigor. Una política al servicio del odio y la venganza, no de la justicia y los derechos humanos. Una política diseñada en el Ministerio del Interior para luego ser aplicada por tribunales, saltándose las decisiones y doctrinas europeas.

La cárcel obstaculiza, cuando no impide, un tratamiento adecuado y las condiciones de estas personas cuando son conducidas al hospital son en muchas ocasiones una aventura terrorífica para quien tenga un mínimo de humanidad. Los presos y presas enfermas deben de estar libres, se les deben aplicar las medidas que recoge la legislación para acceder inmediatamente a la libertad condicional, deben poder ser atendidos por sus médicos de confianza, en sus centros de salud mas cercanos a sus domicilios, en un entorno social y afectivo que permita una buena evolución de la enfermedad.

Son 12 los presos y presas vascos enfermos en cárceles, en la mayoría de los casos, muy lejos de sus casas: Ibon Fernández Irad, José Ramón López de Abetxuko, Aitzol Gogorza, Gorka Fraile, Ibon Iparragirre, Garikoitz Arruarte, Txus Martin, Josetxo Arizkuren, Iñaki Etxeberria, Lorentxa Guimon, Jagoba Codo y Jose Miguel Etxeandia.

Los y las ciudadanas vascas queremos cerrar las heridas del pasado y dar pasos en favor de la resolución y la paz, pero las respuestas de los gobiernos no han sido las que esperaba la sociedad vasca. El camino hacia la solución está lleno de obstáculos y pesadas piedras, sólo superables con el esfuerzo colectivo.

Es urgente acabar con esta situación. Está en nuestras manos, no podemos esperar nada de Madrid y Paris. Pero tenemos total confianza en la fuerza que cada uno de nosotros puede aportar. Tenemos que traerlos, tenemos que acabar con la dispersión, con la persecución a los exiliados, con la deportación.

¡Tenemos que mover las piedras! Nosotros las hemos empezado a mover ya y continuaremos en la manifestación que bajo el lema “Aske eta bizirik SOS, larriki gaixorik dauden presoak etxera” partirá el 8 de diciembre a las 12:30 h. desde la Azoka de Durango. Y continuaremos haciendo fuerza en las manifestaciones del 9 de enero de Bilbo y Baiona.

Queremos unir nuestra fuerza con la tuya, entre todos y todas podemos conseguirlo.