Prensa-Opinión
Justicia o saña | Antonio Alvarez Solís
El autor reflexiona sobre la reciente decisión del Tribunal Supremo de no contabilizar los años de condena cumplidos en el Estado francés y sentencia que «ETA sigue siendo el gran enemigo necesario» para el Estado español. Un enemigo que insiste en mantener vivo con la «victoria» como único objetivo.
Sentí vergüenza, una profunda vergüenza, como estudioso del Derecho y como ciudadano alimentado por radicales principios éticos, ante la información que los periódicos del régimen facilitaron a bombo y platillo acerca del acuerdo del Tribunal Supremo español que no admite los años de cárcel cumplidos en Francia por la gente de ETA para extinguir su responsabilidad penal por hechos armados. La mayoría del Supremo estimó que un encarcelamiento no elimina otro encarcelamiento por el mismo delito sustancial si hay una frontera por medio que permita fueros diferentes; que en tales circunstancias no debe realizarse la acumulación de penas a fin de establecer un límite máximo de prisión que resulte humano. Hay que dar dos veces el mismo mazazo sobre la misma cabeza para complacer a los persecutores encarnizados.
ETA sigue siendo el gran enemigo necesario. Un enemigo irredento al que absurdamente no se le permite negociar el último paso para desaparecer. ETA tiene que estar ahí para que España tenga razón. Una razón espesa, casi inespecífica o de múltiple aplicación. Una razón no intelectual, sino oscuramente genética. Una razón castiza. España no negocia; sobre todo, España no perdona. Da la sensación de que ETA es uno de aquellos contrafuertes que mantenían en pie los pesados muros de los templos medievales cuyas gárgolas escalaban diablos oscuros y pertinaces.
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Autor: Naiz
De Orereta a Sare, décadas de despojo y saqueo
La incautación por la Guardia Civil de 90.000 euros en monedas y pequeños billetes correspondientes a Sare ha recordado a muchos imágenes como el saqueo policial de Orereta en julio de 1978. Sin embargo, no se trata de hechos puntuales, sino de una práctica sostenida, alimentada por miles y miles de detenciones.
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La prioridad es liberar a los presos enfermos
La muerte de Iosu Uribetxebarria vuelve a poner sobre la mesa una de las prioridades establecidas en la agenda para garantizar los derechos de los presos vascos: la liberación urgente de los que sufren una enfermedad grave. Es una cuestión muy básica respecto a la que en Euskal Herria hay un consenso muy amplio que, sin embargo, no logra avanzar a la velocidad a la que debería; precisamente, la velocidad a la que empeoran las condiciones de vida y la salud de esas personas presas. La capacidad de bloqueo del Estado muestra en este terreno su cara más despiadada.
Esa crueldad se mostró ayer en todo su esplendor, públicamente y sin pudor. El Estado español ha elevado a categoría de referente moral y político a gente que, vistos algunos de sus mensajes públicos de ayer, debería analizar seriamente si no ha desarrollado un grado grave de psicopatía. La mayoría son virtualmente cobardes pero potencialmente peligrosos. Una minoría puede ser comprensible desde un punto de vista humano particular, pero no si lo que plantean es una agenda política. Como mínimo, dejan un poso que ahonda en la falta de cultura democrática de gran parte de la sociedad española. Su sed de venganza es incompatible con un Estado de Derecho real y con una sociedad decente. Por ejemplo, en un momento en el que el cáncer parece una auténtica epidemia, cuando resulta casi imposible no tener a una persona cercana que padezca o haya padecido dicha enfermedad, la crueldad reivindicada ayer por muchas personas públicamente debería ser tenida en cuenta por quienes los han alimentado. Frente a ese espíritu vengativo, conviene recuperar la entrevista que Uribetxebarria concedió a GARA desde el hospital. Sus opiniones sobre la enfermedad y la cárcel, el deseo -demasiado tarde pero cumplido- de vivir sus últimos días con dignidad entre los suyos, así como su mensaje sobre las víctimas y la convivencia marcan un horizonte bien diferente. Ese mensaje contiene la fuerza necesaria para «mover al elefante».
Rentabilizar el terror y la sangre
Quizás, para Rajoy no hay mayor peligro que la debilitación acelerada del recuerdo de ETA. Y es que para el PP, ETA no ha muerto. Por eso le urge resucitarla de entre los peores fantasmas de la historia. Porque fue y es el pecado del que comen aún caliente muchos de sus políticos en nómina y plantilla. A Rajoy, ese gallego oportunista que no distingue el día de la noche, ni tampoco la verdad de la mentira porque tras los cristales negros de su coche oficial no se ve la realidad; le ha venido de perlas el atentado de París. Su doble fondo moral funciona así: que su mano derecha, la habitual, no sepa que hace la izquierda. Que nadie sepa que cuando pide perdón por “esas cosas” en realidad se está riendo por dentro.
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Dispersión, destierro, disolución | Jule Goikoetxea
La dispersión física equivale a disolución, y se produce cuando un sólido, un gas o un líquido contiene otro cuerpo uniformemente repartido en su masa.
La dispersión política se produce cuando España y Francia dispersan sistemáticamente a los presos y presas políticas vascas a lo largo y ancho de sus respectivos territorios.
El objetivo de la dispersión es convertir al preso político en preso común. El método para conseguirlo consiste en obligar a los familiares y amistades de los presos a hacer viajes de 1.200 km cada semana, ocasionándoles un gasto mensual de 1.600 euros. La dispersión comenzó en 1989, desde entonces se han producido más de 400 accidentes en las carreteras y 16 personas han perdido la vida.
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Presos y Derecho Europeo: tres posibles respuestas
El letargo vacacional navideño ha hibernado la respuesta del Tribunal Supremo acerca de una cuestión clave, centrada en la acumulación o no de penas a los presos y si pueden, por tanto, descontar de sus respectivas penas de prisión en España el tiempo que hayan pasado encarcelados en otros Estados de la UE (en todos los casos ahora planteados se trata de presos de ETA que han cumplido condena en cárceles francesas, pero es una previsión europea aplicable a todo tipo de supuestos). La justificación procesal o técnica de este receso judicial, prolongado hasta el 13 de enero, día en que el Pleno de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo volverá a reunirse, se fundamenta en el hecho de haber solicitado a las partes que informen sobre la posible aplicación retroactiva de la nueva ley española (ley orgánica 7/2014, sobre intercambio de información de antecedentes penales y consideración de resoluciones judiciales penales en la Unión Europea, en vigor desde el 3 de diciembre) que aplica de forma unilateral restricciones a las previsiones contenidas en la Decisión Marco Europea de 24 de julio de 2008.
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Egilea: Deia
Movilizarse por los derechos de presos y familias
El mantenimiento de la legislación de excepción, la dispersión de los casi 500 presos vascos, a una distancia media de 600 kilómetros de su entorno, la prisión a personas con graves enfermedades y ancianos, mantener encarcelados a Rafa Diez, Arnaldo Otegi... es la expresión de la vengativa política del Gobierno de Rajoy.
Se están violando derechos humanos en su nombre
Desde un punto de vista ético -entendiendo los derechos humanos como el estándar ético de nuestra sociedad-, la única razón sincera para no apoyar la movilización por los derechos de los presos y presas vascas del sábado que viene, con independencia de las razones personales que se tengan para no acudir, es no querer compartir demandas con quienes han apoyado la violencia política o con quienes defienden que lo que hicieron esas personas ahora presas está justificado, estuvo bien. Es un planteamiento harto problemático, se mire por donde se mire.
Empezando porque esas personas presas hicieron cosas tan dispares como atentar contra otras personas, promover un periódico o hacer política. Y, aun siendo así, porque resulta difícil sostener que se estaría de acuerdo con que se respeten los derechos de Javier Salutregi, Pablo Gorostiaga o Arnaldo Otegi, por poner ejemplos canónicos, y no de otro preso condenado por, entre otras cosas, violar los derechos humanos de otras personas. Es lo que tienen los derechos humanos, que tienen voluntad universal y que pretenden sustituir a otras concepciones morales basadas, por ejemplo, en la venganza.
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Egilea: Naiz